sábado, 29 de enero de 2011

Las Botellas Mensajeras de Carolina Cortés



Michelle Mollgren, su hija Emilia y la botella de Carolina Susana que llegó a Suecia en 1981

Visito por tercera vez la Argentina. A partir de ahora, mis vínculos con este país ya no son puramente culturales: el día de reyes nació mi nieta Sofía Isabel, frágil y tierna brizna de rocío, en ”Santa Teresita”, pequeña ciudad costera de la Provincia de Buenos Aires.

En mis visitas anteriores traté de localizar, sin éxito, a Carolina Susana Cortés, la joven argentina que lanzó al mar en 1985 (a la altura de Inglaterra) una botella con un mensaje, la cual fue encontrada en las costas de Pedernales en 1986 (“De cómo una botella mensajera viajó de Inglaterra a Pedernales”).

En ambas visitas llamé a todas las Carolinas Cortés que encontré en la guía de teléfonos de Buenos Aires y Nadia, la madre de mi nieta, intentó localizar la dirección que aparecía en la única carta que recibí de Carolina. Al parecer se equivocó de casa, pues no encontró allí a la familia Cortés. Pero no estoy dispuesto a abandonar la búsqueda. Que algún lector suspicaz haya puesto en duda la veracidad de la historia, no hace más que intensificar mi interés.

Por eso, tan pronto pisé suelo argentino, retomé el expediente. Ignoraba, sin embargo, que 5 años antes del hallazgo de la botella en RD (Carolina tenía 11 años), una de sus botellas fue encontrada en una playa de Suecia cerca de la escuela donde estudiaba una niña chilena, Michelle Gálvez (Hoy Michelle Mollgren) radicada en ese país desde 1974. Michelle se comunicó con Carolina Susana, y se estableció entre ellas una hermosa amistad epistolar. Lo increíble es el efecto que esa relación tuvo entre los niños chilenos. El suplemento “Pocas Pecas”, del periódico chileno “El Mercurio”, se hizo eco del hallazgo de la botella y del intercambio entre las dos niñas. Las cartas (una del padre de Carolina, Mario E. Cortés, Comisario del barco) y las fotos de los protagonistas fueron publicadas en el suplemento.

El hecho despertó tanto interés que el suplemento organizó, inspirado en las simpáticas botellas mensajeras de Carolina, un proyecto de investigación en el que participaron cientos de niños chilenos y que contó con el respaldo del Instituto de Oceanografía de ese país. Alrededor de 3 mil botellas cuyos mensajes prepararon los niños, fueron echadas al mar por un barco de la Marina chilena. El objetivo de esta iniciativa era doble: promover la amistad entre los niños de muchos países y estudiar las corrientes marinas. No menos singular fue la forma como me enteré de estos acontecimientos. El día 20 de enero, cuando buscaba en Internet pistas de Carolina, encontré en mi blog un mensaje de Luis Gálvez, el padre de Michelle, quien descubrió mi artículo sobre la botella y me comentó que tiene años tratando de localizar a Carolina. Luis sigue viviendo en Suecia y a su gentileza debo las informaciones que sirven de soporte a este artículo. Le prometí mantenerlo al tanto de mis indagatorias al regresar a Buenos Aires.

Michelle conserva intacta la botella con el mensaje de Carolina y abriga la esperanza de poder mostrársela cuando finalmente se junten, algo que se prometieron hace más de 20 años y que no han podido materializar, pues desconoce el paradero de Carolina Susana Cortés. Confiemos en que algún día se produzca el encuentro de estas dos grandes amigas. (Continuará)