miércoles, 23 de febrero de 2011

La crítica, como la lluvia, siempre paga sus daños
Simón Guerrero

René Descartes

Siempre se ha dicho que la lluvia, a pesar de los destrozos y las tragedias que causa, a la larga paga sus daños. Aumenta el caudal de los ríos, hay más agua en los embalses para producir energía y para irrigación agrícola, reverdecen los bosques, etc.

Algo similar ocurre con la crítica, ya sea ésta legítima o se haga por razones políticas o por simple ignorancia. Algo de esto ha pasado con el torrente de críticas que ha llovido últimamente sobre el ayuntamiento, por los árboles eliminados y sustituidos en parques y avenidas de la Capital. El saldo es, sin embargo, positivo, aunque las protestas pudieran dificultar tareas futuras imprescindibles para ordenar el caos existente en el arbolado de la ciudad Capital. Un beneficio del escándalo es que obliga a las autoridades a oír la opinión de los munícipes antes de iniciar un programa y a discutir con y explicar a los grupos barriales sus objetivos. Además, y esta es la lección más fructífera, entender que si se inicia un proyecto concebido, diseñado y propuesto por técnicos de la institución, son ellos quienes deben implementar dicho proyecto y nadie debe suplantarlos.

La representatividad de los funcionarios electos no es algo que se otorga para siempre el día en que eligen a un candidato. Cuando votamos abrumadoramente por un aspirante a un cargo, no le estamos dando licencia para que haga lo que le parezca, ignorando incluso las recomendaciones de sus propios técnicos. Las limitaciones de los cargos están reguladas por las leyes vigentes, independientemente del número de votos que haya sacado un candidato. Por el contrario, esa mayoría aplastante que lo eligió, votó por él porque lo creía sensato y democrático e incapaz de violar las leyes y las disposiciones que regulan la institución que dirige. El apoyo del votante no es incondicional y la representatividad legítimamente obtenida debe ser renovada constantemente mediante intercambios y reales programas educativos.

Esta polémica también ha sacado a flote la ignorancia casi ilimitada que existe en nuestro país en materia de arborización urbana, incluso entre científicos y ecologistas. Observa Jorge Luis Borges que “Es posible defender mal una buena causa, pues la mayoría de los hombres (y todas la mujeres y todos los periodista) piensan que si una causa es buena, también lo son todos los argumentos que se esgrimen en su favor”. La reflexión aplica perfectamente a la mayoría de los argumentos usados en estos días para defender la “buena causa” de los árboles. Se ha hablado, por ejemplo, de la tala de árboles centenarios. Ninguno de los árboles eliminados (Acacia Amarrilla, Nim, Pino Australiano, Chachá, Melina) puede ser centenario pues ninguna de esas especies tiene tanto tiempo en la isla. Las primeras semillas de Nim, por ejemplo, llegaron al país en la década de los ochenta. Además, algunos son árboles de corta vida que raras veces sobrepasan los 20 años. Se ha especulado también sobre descensos drásticos de temperatura y hasta se habló de calentamiento global. La expresión “Tumbando árboles para sembrar árboles” es una reflexión agronómica peligrosa, pues puede inducir a los lectores a creer que todos los árboles son iguales. Lo cierto es que con árboles tan dañinos y peligrosos como el pino australiano, la recomendación de los organismos internacionales es la erradicación total.

Un munícipe se queja de que es un crimen que se corten árboles sembrados a partir de 1492, lo que convierte a Santo Domingo en la única urbe cuyo programa de arborización comenzó mucho antes de que la ciudad existiera. guerrero.simon@gmail.com

lunes, 21 de febrero de 2011


Pacto de amistad en un pueblito de Suecia
Simón Guerrero


Slöinge, Suecia, 16 de Mayo de 1981. ¨Querida Carolina Susana: ¨Espero que hayas recibido mi carta anterior. Quiero contarte un poco más sobre la botella con tu mensaje. Mejor dicho, te envío un diario donde está toda la ¨historia¨ que tu mensaje ha creado. Ha sido muy apasionante para mí, mis compañeros de la escuela, maestros y mi familia. En otra parte van traducciones del sueco al español. Si miras un mapa de Suecia, puede que encuentres Slöinge, un pueblito que está cerca de la costa de Kattegatt entre los puertos de Halmstad y Falkenberg. Un poquito al sur de Falkenberg, a unos 5 Km, hay una playa balneario que se llama Skrea. Allí se paseaba un día el rector de mi escuela cuando encontró tu botella con el mensaje.¨
¨Te prometo que llegaremos a ser muy amigas y algún día nos encontraremos para conocernos personalmente y verás de nuevo la botella que conservaré siempre porque me la han regalado.¨
Cuando decidí comenzar este artículo citando dos párrafos de la carta de Michelle a Carolina, lo hice pensando que así lograba darle un toque de realidad a una historia cuya veracidad han puesto en duda algunos lectores (incluyendo a mi hijo Arturo). Sin embargo, al releer estos párrafos salpicados de las palabras ¨que usó el áspero norte para cantar sus mares y sus espadas¨, ahora hasta a mí me parece inverosímil. A la carta de Michelle sólo le falta un ¨Once upon a time¨ (¨había una vez¨) para que parezca un cuento de Hans Christian Andersen. Pero es bien sabido que muchas veces la ¨naturaleza imita al arte¨ y los hechos reales resultan inverosímiles.
De regreso a Buenos Aires, decido dar una vuelta por la única dirección que tenemos de Carolina, pero cuya ubicación no es segura, ya que aparecen calles con ese nombre en más de un barrio de la capital argentina. Pero Luis (el padre de Michelle) que tiene décadas de investigación virtual, me refiere que el código postal corresponde a Belgrano, barrio de clase media alta y uno de los más tradicionales de la ciudad. Arturo me acompaña sin demasiado entusiasmo y me propone que nos quedemos en una estación del subte (metro) que él conoce en ese barrio, cerca de la escuela de cine de Eliseo Subiela. Al salir de la estación entramos a un locutorio (Centro de Internet) para confirmar la dirección exacta. Le preguntamos a un empleado por la ubicación de la calle y, agradable sorpresa, está a solo dos cuadras, muy cerca de la escuela de Subiela.

Luego de una breve pero angustiosa caminata, llegamos al número que buscábamos. Es una casa que parece de ladrillo y no aparenta la edad de 30 años. Bajo ese alegato, Arturo insiste en que ese no puede ser el edificio que buscamos. El encargado de un negocio cercano corrobora la hipótesis de mi hijo; según él, el edificio no pasa de 10 años.
Timbramos al encargado del edificio. Una voz malhumorada responde con brusquedad: ¨¿Los Cortés? En el 4to C.¨. Siento que el cerco se está cerrando. Me siento tan nervioso como como si se tratara de una investigación criminal.Una voz masculina responde. ¿Es esta la casa de Carolina Cortés? -alcanzo a preguntar- ¨Sí -responde la voz algo apagada - pero ella no se encuentra.¨ Ignora él que su negativa es una confirmación y pone fin a muchos años de búsqueda infructuosa. (Continuará) guerrero.simon@gmail.com simon.guerrero@hotmail.com



domingo, 20 de febrero de 2011


Viagra salvaría Tigres y Rinocerontes de la Extinción

Simón Guerrero

Los tigres siberianos sobrevivientes son rabiosamente stalinistas

Las agencias que manejan la publicidad del Viagra y otros vasodilatadores, tan usados en estos días para solucionar los problemas de erección de los varones Homo sapiens, quizás ignoren que el producto que promueven tiene un efecto secundario extraordinariamente positivo: podría contribuir a salvar de la extinción a varias especies amenazadas del planeta.

En efecto, rinocerontes, tigres, osos y tortugas marinas están al borde de la extinción, debido, entre otras cosas, a que muchos pueblos, en su mayoría asiáticos, creen que ciertas partes de sus cuerpos aumentan el poder sexual. Según esta difundida creencia, en el caso de los rinocerontes, el poder sexual reside en los cuernos; el mismo poder se atribuye a los huesos de los tigres y los osos y, en el caso de las tortugas, es el pene el que se mezcla con los más extraños brebajes, siempre con la piadosa esperanza de que se repita el milagro de la resurrección de la carne. El mito surge porque éstas duran muchas horas copulando. Esto se debe a que son animales de sangre fría con un metabolismo más lento que el de los animales de sangre caliente. O sea, que las tortugas machos, que son más bien parsimoniosas, figuran en la imaginación popular como ardientes e incansables amantes. La ciencia, sin embargo, no le reconoce poder afrodisíaco a estos productos, de modo que estos portentosos animales son víctimas inocentes de las precariedades genitales de ciertos pueblos. De las ocho subespecies de tigres que existen, tres ya están extintas. Una de las más amenazadas y, además, la más hermosa, es el llamado "Tigre Siberiano" (Pantera tigris altaica). Nombre equivocado ya que su reducida población no llega hasta la Siberia. Tigres de Amur lo llaman los rusos y los científicos extranjeros en alusión al río del mismo nombre que atraviesa las montañas Sikhote-Alin, el último reducto que les queda, en la remota región rusa de Ussiland. La presión del mercado ilegal sigue afectando esta variedad felina, debido a sus altos precios en el mercado. Un ejemplar cuesta en Rusia entre cuatro mil y seis mil dólares, y en el mercado internacional puede llegar a venderse en treinta mil dólares.

Debido a que la población de esta subespecie descendió drásticamente en la década de los treinta, el gobierno soviético promulgó leyes estrictas en 1950 prohibiendo la captura y cacería de estos animales, lo que condujo a un incremento en la población. Sin embargo, la política de reformas de Gorbachev le creó "facilidades" a los empresarios rusos que alentaron el tráfico ilegal, la cacería y la comercialización de especies amenazadas. No es de extrañar, entonces, que los cerca de 400 tigres Siberianos que quedan en estado silvestres sean rabiosamente estalinistas.

Imposible hablar de estos impresionantes animales sin evocar el "oro de los tigres" de Borges o aquellos versos memorables de William Blake, que parecen haber nacido con los tigres: "Tiger, Tiger, Burning Bright in the Forest of the Night" ("Tigre, tigre, luz ardiente en el bosque de la noche") guerrero.simon@gmail.com

Las Vacas odian el Rock-and-Roll
Simón Guerrero


Los errores que cometemos cuando tratamos de establecer paralelos entre la conducta de los animales y la conducta humana, son una fuente permanente de distorsiones. Pero seguimos incurriendo en ellos con frecuencia y terquedad, en un vano afán por validar rasgos y valores exclusivamente humanos. En ocasiones, el comportamiento de los animales ha sido utilizado para justificar decisiones de carácter ético que son competencia exclusiva de los humanos. También ha sido usado, aunque usted no lo crea, para validar juicios estéticos.
Algunas personas tratan de derivar la estética de la ética, cuestionando la belleza de una obra de arte porque es inmoral o carece de principios éticos. "El arte no tiene ética, sino estética", insistía Oscar Wilde. Pero no hay que olvidar que los seres humanos no somos abstractas obras de arte y que la conducta moral es imprescindible para nuestra supervivencia como especie. También se despoja de todo valor estético a una obra de arte que alimenta las bajas pasiones o incita a la violencia, hipótesis que no siempre los hechos confirman. Pero aunque este fuera el caso, y hubiera que prohibir por tal razón una canción o una pieza de teatro, el valor estético de estas obras no puede ser establecido sobre la base de nuestras consideraciones éticas.

Hace algunos años leí en un periódico la reseña de un alucinante "experimento" en el que se estudiaba el efecto de los diferentes tipos de música en la cantidad de leche que producen las vacas. Se instalaron alto parlantes en los potreros, de manera que las vacas pudieran escuchar diferentes tipos de música en las horas previas al ordeño. Luego se midió la cantidad de leche que producían los animales después de escuchar, por ejemplo, un nocturno de Chopin. Los resultados de esta curiosa investigación son interesantes aunque eran fácilmente predecibles: la producción de leche era mayor cuando las vacas disfrutaban un nocturno de Chopin, que cuando padecían una pieza de los Beatles.

Estos impresionantes "hallazgos" confirmaron la hipótesis de los investigadores de que la llamada "música clásica" es superior al rock and roll y a otros estridentes géneros populares. Sin lugar a dudas, los autores del experimento sobreestimaron el oído musical del ganado vacuno. Además, nadie ha probado que el "litro de leche" sea la unidad de medida de la calidad musical, ni que la calidad de una pieza musical dependa de sus efectos lactógenos. Si admitimos que este impacto sobre la producción de leche es quizás una consecuencia del efecto relajante de la "música clásica", habría que concluir que el "Ratoncito Miguel", que tanta paz y sosiego ha llevado a miles de generaciones, es musicalmente superior a una ópera de Wagner o a una sinfonía de Beethoven. Que una vaca produzca leche agria o yogurt luego de oír un reguetón, no prueba que ese pujante ritmo antillano carezca de calidad.
Si aplicamos a la literatura esta concepción terapéutica del arte, tendríamos que concluir que la historia de "Blanca Nieve y los Siete Enanitos", cuyo mágico happy-end nos sigue enterneciendo y relajando, es superior a una tragedia de Esquilo o al "Macbeth" de Shakespeare, de cuya contemplación salimos purificados, pero con el alma desgarrada. guerrero.simon@gmail.com


sábado, 19 de febrero de 2011

USOS Y ABUSOS DE LOS NOMBRES CIENTÍFICOS

USOS Y ABUSOS DE LOS NOMBRES CIENTÍFICOS
Simón Guerrero


Bufo marinus en su fase dorsal
Hago siempre esta pregunta a mis estudiantes de Conducta Animal: ¿Saben lo que es un jarrierito, un bigañuelo y un surito? La cantidad de manos levantadas va a depender de la región de procedencia de los estudiantes o de sus padres. Se sorprenden cuando les digo que se trata de tres nombres distintos para un solo ratón verdadero, pues el animal designado con esos términos no es otro que el Mus musculus, el ratoncito casero que tanto odian las amas de casa y que la literatura y el cine han idealizado a pesar de ser una plaga.

Los que conocen los bigañuelos son casi siempre cibaeños. Los de la capital y el Sur cercano usan la palabra "jarrierito". A los "suritos" sólo lo conocen los nacidos en el Sur profundo y en otras zonas fronterizas, pues la palabra nos viene del francés souris, que significa ratón en la melodiosa lengua de Molière.

A veces sucede lo contrario y les dan el mismo nombre a dos animales distintos. Por ejemplo, una garza nocturna que en gran parte del país llaman Rey Congo, se conoce como Yaboa en el Este, un nombre común que nos llegó de Puerto Rico en tiempos remotos, cuando éramos nosotros los prósperos y felices y las yolas cruzaban el canal de la Mona de Este a Oeste repletas de hermanos borinqueños. La segunda ave más pequeña del mundo (Mellisuga minima) es llamada Chinchilín en Ocoa y Zumbadorcito o Picaflor en el resto del país. El ave que llamamos Ruiseñor en Quisqueya, se llama Sinsonte en Cuba, palabra taína que quiere decir muchas "voces", pues los indios sabían que imitan el sonido de otros pájaros, conducta que se alude en su nombre científico Mimus polyglottos (Imitador políglota).

Esa es la función principal de la nomenclatura científica: crear nombres que sean siempre los mismos para todo el mundo, al margen de la lengua o la cultura. Abundan las anécdotas de confusiones y equívocos originados por los nombres comunes.

Una estudiante de biología de la UASD se excusaba con su profesora porque no había logrado el cultivo de Drosophila Melanogaster que ella le había encargado, pues aunque puso un frasco con frutas no atrajo ninguna, pues el frasquito se llenaba de mimes. Ignoraba que D. melanogaster es el nombre científico del "mime".

En una ocasión descubrí un par de Cuyayas que exhibían en una tienda de Santo Domingo, lo que es ilegal en nuestro país. Llamé desde allí mismo al Departamento de Vida Silvestre y reporté la violación. Como uno de los empleados se me acercó con suspicacia, enmascaré la denuncia en estos términos: "Don Tomás Vargas, en esta tienda hay dos hermosos Falco sparverius". Horas más tarde las aves fueron decomisadas.

Muchos científicos abusan de los nombres científicos, a veces por pedantería o para hacer sentir miserables a sus congéneres, alardeando de un conocimiento que sólo domina un grupo de iluminados, usándolos fuera de contexto y de forma innecesaria.

Se queja el escritor argentino Ernesto Sábato, que teniendo el idioma español una palabra tan linda como "lluvia" los meteorólogos usen expresiones tales como "precipitaciones pluviales" que sólo le agregan fealdad a la eterna "lluvia minuciosa".

En ocasiones, el vocablo científico no sólo confunde sino que aterra. Una vez, en una charla sobre los anfibios de nuestra isla, el conferencista nos amenazaba con el título de la próxima diapositiva: "Bufo marinus en su fase ventral". Segundos más tarde, cuando todos esperábamos, aterrados, ver aparecer un agresivo animal prehistórico, la pantalla se iluminó con la imagen más bien bonachona de un "maco pempén boca arriba". guerrero.simon@gmail.com



LAS DOS ABSTRACTAS FECHAS Y EL OLVIDO

Simón Guerrero


La tumba de Jorge Luis Borges, en el Cementerio de los Reyes

Ginebra. El Cementerio de los Reyes es mejor conocido en Ginebra como "Cementerio de Plainpalais", que es el nombre del barrio en que se encuentra. Es un cementerio de políticos famosos, de ilustres familias ginebrinas y de artistas cuyas tumbas resultan a menudo "un último espacio de creación y libertad". Sus primeros inquilinos fueron las víctimas de una peste negra que azotó la ciudad a mediados del siglo XV. El cementerio actual, que es el Panteón de Ginebra, tiene 28 mil metros cuadrados de sombra y serenidad.

Cuando llegamos a la tumba de Borges el Sol iluminaba toda la lápida. De pronto descubrimos que no sabíamos qué hacer. Nos sentíamos sobrecogidos como si se tratara de un pariente muy cercano o de un amigo muy íntimo. "De una manera casi física sentíamos la gravitación de sus libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente". Para disimular la perturbación me pongo a tomar fotos. Hay flores frente a la lápida. La amiga francesa que nos acompaña, eterna madre nutricia, le echa agua a las flores.

En la parte frontal, luego del nombre, hay un grabado antiguo y el famoso verso vikingo: "No hay que tener miedo"; al pie de la lápida, "las dos abstractas fechas..." En la parte posterior de la piedra la inscripción "Tomó la espada y la posó, desnuda, entre sus cuerpos". Y en la parte inferior: "De Ulrica a Javier Otarola", personajes de su cuento Ulrica contaminados de realidad.

El ejercicio del ritual se justifica pues la literatura no ha sido nunca para mí el simple "placer del texto", sino algo utilitario que me ha dado siempre "coraje y alegría" y me ha ayudado a sobrellevar dificultades y tristezas. Mi primera noción de paternidad me viene de un cuento de Juan Rulfo: "Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta". Otro mexicano, Carlos Fuentes, me enseñó "que un hijo merece la gratitud del padre por un solo día de existencia en la tierra".

Con Borges la lista crece continuamente, pues cada relectura la enriquece. Un verso de Borges: "Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida", no me deja zozobrar cuando la vida se me pone triste, y me convenzo de que es ciertamente un juego arriesgado, pero hermoso. La reflexión de uno de sus personajes ("Sentí lo que sentimos cuando alguien muere: la congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera costado haber sido más buenos") me hizo entender el inmenso valor que tiene y lo poco que cuesta un gesto amable, una palabra de aliento.

Ya son las seis y media. Al llegar a la puerta descubrimos que ya está cerrada y que no hay nadie. Nuestro primer impulso tercermundista es saltar el portón, pero recuerdo que en Suiza todo, hasta el despiste, está previsto. Además, Lucie sigue leyendo poemas de René Char en este lento atardecer de verano. Como supongo que no es un alma en pena ni vive en el cementerio, le explico la situación. En efecto, hay una forma primermundista de salir. Nos acompaña hasta la salida, bicicleta en ristre, y le basta presionar un botoncito para abrir el portón. Pasamos cerca de dos horas inolvidables y felices, saboreando cada luminoso momento. Es una lástima que la muerte (¨Ese otro mar, esa otra fecha¨), razón necesaria para "vivir" en este lugar, no sea una excusa suficiente.
guerrero.simon@gmail.com simon.guerrero@hotmail.com









martes, 15 de febrero de 2011

Leyendo Versos de René Char en el Cementerio de los Reyes

Lucie lee poemas de René Char en el "Cimetière Des Rois"


Besançon, France. Es viernes 7 de julio. Se acerca el fin de la estadía en Francia. Tuve dos provechosas reuniones con los directores del Zoológico de la Citadelle y el domingo iré de nuevo a tomar fotos de las exhibiciones. Esa noche será el partido final de la Copa Mundial de Fútbol entre Italia y Francia, el cual es esperado por los franceses con angustioso optimismo. Ránger Guerrero, un amigo de toda la vida y de todos los ámbitos, me propone ir en auto a la ciudad suiza de Ginebra, a visitar la tumba de Jorge Luis Borges, el escritor argentino con quien tenemos una vieja deuda de felicidad. Salimos a las 10:00 de la mañana del sábado. Son más de tres horas de viaje. En el camino me entero que mi visa de la comunidad europea no me sirve en Suiza, que todavía no forma parte de la misma. Como vamos por una inmensa autopista y lo peor que puede pasar es que nos devuelvan, nos arriesgamos. Cruzamos la frontera sin inconvenientes. Los agentes suizos, víctimas de una ilusión fenotípica, no se percatan del contrabando caribeño que pasa inadvertido ante sus ojos. Al llegar al centro de la ciudad, comenzamos a indagar sobre la dirección del "Cimetière Des Rois" (Cementerio de los Reyes) donde está la tumba de Borges. Preguntamos a varias personas y ninguna parecía conocer la dirección, ni siquiera la existencia del lugar. De nada sirvió referirles que es un cementerio de personalidades famosas como Calvino y Jean Piaget. En Latinoamérica tendemos a sobrestimar el nivel cultural del europeo promedio, en la misma proporción en que subestimamos a los norteamericanos. Suponemos que todos los ingleses se saben de memoria a Shakespeare y que ningún alemán sale de su casa sin antes releer un capítulo de la "Crítica de la Razón Pura". Finalmente encontramos una oficina de turismo que nos entrega un mapa de la ciudad. Por suerte no es lejos: sólo hay que cruzar el río (el "incesante Ródano") por el puente del Mont-Blanc y caminar unas cuadras. El Ródano es un río vigoroso y limpio que en verano se llena de cisnes y de isletas rebosadas de flores. Me sorprende ver, entre "los cisnes unánimes", un Cairina moschata, el mismo que llamamos "pato criollo" en República Dominicana pero que es, en realidad, oriundo de Sudamérica. Luego de caminar unos 20 minutos a lo largo de la rivera izquierda del río, llegamos al Cementerio de los Reyes, uno de los más antiguos de Europa ( Siglo XV). Como en Suiza todo, hasta la muerte, está rigurosamente reglamentado, nos dan un brochure con un mapa del cementerio y una pequeña biografía de los personajes más famosos. ¡Es un lugar tan hermoso que dan ganas de morirse! "Emociona sin entristecer", decía Rodolphe Topffer, caricaturista ginebrino que lo visitaba con frecuencia hasta 1846, cuando fijó allí su mansión definitiva. Son las cuatro y media de la tarde. Creíamos estar solos hasta que descubrimos a una joven (Lucie, supimos luego que se llama) leyendo, recostada en el césped, un libro de poemas de René Char, poeta francés que fue miembro del movimiento surrealista y de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, y que al final de su vida se hizo ecologista y fue un crítico tenaz del proyecto nuclear francés. A los pocos minutos encontramos la tumba de Borges. Es la número 735. Una verdadera lápida, sobria y solemne, rodeada de árboles de aspecto centenario. Justo al lado está la del comediante François Simon, coronada por el molde de sus manos, entre las cuales, según una leyenda, un desconocido misterioso deposita incansablemente una flor. (Continuará) simonsurinyach@gmail.com guerrero.simon@gmail.com


domingo, 13 de febrero de 2011

Es Triste Morir en Primavera


Es triste morir en primavera

Simón Guerrero

Tomo prestado este título de una canción del cantautor franco-belga Jacques Brel ("C'est dur de mourir au printemps") para relatar la primavera sangrienta que le ha tocado vivir este año a nuestros reptiles y mamíferos marinos. La estación más propicia al amor y a la vida comienza "oficialmente" el 21 de marzo en el Hemisferio Occidental. Pero en los trópicos, donde supuestamente no se percibe la diferencia entre las estaciones, la fiesta empieza mucho antes, y ya a mediados de febrero la vida y el amor estallan por todas partes. Si la muerte -como pretende Benedetti- es una traición de Dios, morir en la estación en que renace la vida es una paradoja absurda.

El saldo no pudo ser más trágico para estas criaturas durante los primeros meses de la estación de las flores. Primero llegó al Acuario Nacional una tortuga verde con un arpón rudimentario clavado a todo lo largo del cuerpo. Los esfuerzos desplegados por el equipo veterinario del Acuario fueron inútiles y al poco tiempo murió. Resulta insólito que muera en tan poco tiempo, y tan estúpidamente, una animal que tal vez surcaba los mares desde hace más de medio siglo. Luego le tocó el turno a los delfines. Varios ejemplares aparecieron muertos en diferentes playas del país. El caso más triste fue el de un delfín bebé nacido en cautiverio en un resort de la costa este, a quien una tormenta liberó de su prisión y lo devolvió al mar y que luego apareció descuartizado en una playa.

A los manatíes les fue mucho peor. Se sospecha que en esta temporada murieron cinco (tres con toda certeza) y un bebé solitario fue encontrado abandonado en Bávaro. Como es improbable que la madre lo abandonara, es casi seguro que algún desalmado la mató. Los manatíes no son muy hermosos que digamos (Cristóbal Colón, que los creyó sirenas, fue el primero que lo notó) pero no conozco ningún animal que luzca tan indefensamente tierno. Siempre que veo un manatí experimento una especie de remordimiento ancestral, una culpa difusa, como si me sintiera responsable del cúmulo de atrocidades cometidas por mis congéneres por más de cinco siglos contra esta indefensa criatura. En los manuales de zoología se destaca con frecuencia que los manatíes no tienen enemigos naturales, pero se olvida algo mucho más impresionante: los manatíes no son enemigos naturales de nadie, ni siquiera del pasto marino del que se alimentan, al que vivifican y renuevan constantemente. No son agresivos tampoco en la época del apareamiento. Cuando se ven amenazados, sólo saben defenderse escapando. El manatí, no la paloma, debería ser el símbolo de la paz.

La pérdida más dolorosa de esta trágica primavera fue Yacarla, hija del compañero Carlos Sosa, encargado del equipo de buceo del Acuario Nacional, quien nos dejó inexplicablemente a finales de marzo. ¨Tan dulcemente había crecido que apenas sabía que era mujer¨. Decía Heródoto que nadie es tan insensato que prefiera la guerra a la paz, porque mientras en la paz los hijos entierran a los padres, en la guerra los padres entierran a los hijos. Y nadie está diseñado para enterrar a un hijo. Nadie debería estar diseñado para matar un manatí. Sólo nos queda la consolación inútil de que ahora "ella puede oír crecer las margaritas¨.

Los científicos se quejan cuando se extingue una especie que no había sido estudiada, pues ignoran los misterios que se pierden con ella. Algo similar sucede cuando muere alguien muy joven. "Cuántas posibles vidas se habrán ido, en esta pobre y diminuta muerte...Cuando yo muera morirá un pasado; con esta flor un porvenir ha muerto". guerrero.simon@gmail.com

martes, 8 de febrero de 2011




Lunes 5 de julio del 2010
CARTA DE UNA NIÑA DOMINICANA A UNA BALLENA JOROBADA
Simón Guerrero

Querida Gordita:

Perdona que te llame por un apodo, pero no sé tu verdadero nombre. A mi papá le da risa que use un diminutivo para alguien que mide 15 metros y pesa más de 100 mil libras. Pero es que, aunque gordita y grandota, me pareces muy tierna. Cuando te conocí en Samaná quería verte más de cerca pero me explicaron que vienes a nuestros mares en viaje de luna de miel y maternidad al mismo tiempo y no debemos molestarte.

Por eso lloré tanto cuando supe que algunos países tienen permiso para cazarte. Pero cuando vi en el periódico fotos de paquetes de "carne de ballena" vendiéndose en supermercados de Groenlandia, pasé de la tristeza a la rabia y a la indignación. ¡Qué vergüenza! Leí que la cacería estuvo prohibida porque estás en peligro de extinción. O sea que cuando salgas del peligro te seguirán matando. Es monstruoso que sólo el peligro te salve del peligro. No estoy de acuerdo. Creo que todos tenemos derecho a vivir en paz aunque no estemos en peligro.

Hay muchas cosas que no entiendo. No entiendo que alguien como tú, a quien vimos hace unos meses haciendo piruetas en la Bahía de Samaná, pueda estar mañana muerta y descuartizada. Quizás no entiendo la muerte porque soy muy joven. Aunque mi papá me explicó que los adultos tampoco la entienden, solo que con el tiempo se acostumbran. A la verdad que si hay algo que entender de este crimen horrendo, yo no quiero entenderlo. Leí en un libro sobre animales salvajes que cuando la cantidad de individuos disminuye le pierden el amor a la vida y dejan de reproducirse. Ojalá no pase eso contigo y sigas libre en el mar a salvo de la muerte, ese otro mar más grande y peligroso que el tuyo.

Otra cosa que no entendía es porqué tienes que ir a veranear tan lejos, a esos mares tan fríos. ¿Por qué no pasas tus vacaciones en el mar Caribe, donde vive la gente que te quiere? Papi, que sabe mucho de esas cosas, me explicó que en los mares del norte hay más comida; que nuestros mares, aunque ricos en variedad son pobres en cantidad. Además, que la migración es algo que está escrito en tus genes y para ti es tan normal como la respiración. En cuanto al frío, supe que tienes un abrigo de grasa bajo tu piel que te protege de esas aguas heladas. Pregunté también si no podíamos encargarte la comida al Atlántico Norte. Me enteré que no hay delivery de Krill y pececitos y que tú no comes comida congelada.

Me gustaría que esta carta la leyeran los niños de los países que cazan ballenas. Seguro que estarían de acuerdo conmigo. Tal vez la salvación de las ballenas se logre a través de los niños, que no somos aún cómplices de la muerte.

Anoche volví a llorar sobre un mapa con tu ruta migratoria hacia el norte, pensando que tal vez te maten y no vuelva a verte más. Tienes que cuidarte. No te acerques a Groenlandia. Ni siquiera te asomes al mar de Labrador. Cuando sientas un barco fíjate en la bandera. Si tiene una cruz roja o una cruz azul en el centro seguro son balleneros de Noruega o de Islandia. No te confíes; no son cruces de redención sino de exterminio. Si la bandera es blanca con un círculo rojo en el centro, el barco es japonés. Huye despavorida. Ese sol naciente es en realidad crepúsculo de sangre. Zambúllete hondo, aguanta la respiración y nada fuerte. No dejes que te alcancen.

Take care, Sweetie. Cuídate mucho, Gordita. ¡Quiero verte de nuevo en primavera!

Tu amiga siempre,

Silvia

guerrero.simon@gmail.com

domingo, 6 de febrero de 2011

Julio Cicero: Padre y Maestro Mágico

Julio Cicero: Padre y Maestro Mágico
De izquierda a derecha:
Simón Guerrero, Julio Cicero y Arturo Guerrero

Simón Guerrero

Caminar con Julio Cicero por el bosque es una experiencia inenarrable. Tuve el honor y el privilegio de acompañarlo en muchas de sus correrías naturalistas por la isla. En ocasiones, era él que aceptaba una invitación mía a explorar un sitio interesante, a colectar alevines en la desembocadura de un río o a buscar semillas de plantas raras, siempre con el mismo entusiasmo, con la misma capacidad de asombro que la mayoría de las personas pierden con la infancia y que él aún conserva en sus 90 años de juventud. Recuerdo que durante muchos años participaba en los conteos navideños de aves. Cuando hacíamos un alto al medio día, su actividad crecía y entonces se concentraba en la vegetación, que ante sus ojos se transformaba en un museo viviente.

Una caminata por su Arboretum milagroso era un recorrido por el Génesis, por los orígenes de la vida. Decenas de veces hicimos el recorrido juntos; decenas de veces oí las mismas explicaciones, que a mí siempre me parecieron nuevas. Sucumbo a la nostalgia y son muchos los recuerdos que me asaltan. Rubén Darío me contagió la música de ciertas palabras (¡Oh, quien fuera Hipsipila que dejó la crisálida!); Cicero le dio aliento vital a esos sonidos. Recuerdo una en especial "nelumbo" ("los nelumbos del norte"), que me parece extraordinariamente hermosa. No olvido el día en que Cicero conectó la palabra con la vida. Me mostró una planta acuática en cuyas hojas las gotas de agua rodaban como perlas. "-Es un nelumbo", me dijo. La "poesía de la verdad" superaba la música de la palabra.

En otra ocasión caminaba con él por un humedal. De pronto oí un chapoteo en el agua que me hizo pensar en un pez o una jicotea. "-Es el metano -me aclaró- el gas de los pantanos." Una vez observábamos a una pareja de Euphonia musica, un ave casi tan linda como su nombre latino, que revoloteaba entre las hojas. "-Se están bañando en el rocío", comentó sin asombro; pero a mí me sonó como un verso de Hugo o de Darío. Camino a Pedernales me confesó que él no tenía fe. Me produjo pánico la idea de que el Padre fuera ateo. Su respuesta me tranquilizó: "-Es que no la necesito; veo a Dios todos los días en cada planta, en cada animal".

Cuando lo visité la primera vez en su retiro de Manresa, me preocupaba que el cambio lo hubiera deprimido. Lo encontré con la misma pasión y me habló con entusiasmo de sus nuevos planes. Al poco tiempo se apoderó de un espacio vacío en el edificio e improvisó un germinadero. Luego hizo un viverito en el jardín, del cual ya hay plantas sembradas en el Acuario. Y es que a su paso, a diferencia de Atila, crecen las hierbas y las pereskias, los duendes y los alelíes. En él conviven, en perfecta armonía, la curiosidad de Gregorio Méndel y la ternura de San Francisco de Asís. Cuando sea llamado por su Dios de bondad, acudirá con alegría porque sospecho que abriga la esperanza de descubrir nuevas especies en el paraíso. Julio Cicero es una prueba de que el alma persiste "cuando la carne es caos". Cómo puede morir alguien "que fue tantas primaveras", tantos atardeceres en Salinas, tantos amaneceres en Bahoruco.

Padre Julio Cicero, sj; "Padre y maestro mágico", gracias por tu generosidad fecunda; por las tardes sin tiempo en tu Arboretum mágico; por los alelíes y el metano; por la poesía de la verdad, que no necesita intermediarios; por las perlas de lluvia en la impermeabilidad de los nelumbos; por la Hipsipila y la Crisálida, por las Pereskias y los duendes, por las Euphonias y el rocío. guerrero.simon@gmail.com simon.guerrero@hotmail.com