lunes, 21 de febrero de 2011


Pacto de amistad en un pueblito de Suecia
Simón Guerrero


Slöinge, Suecia, 16 de Mayo de 1981. ¨Querida Carolina Susana: ¨Espero que hayas recibido mi carta anterior. Quiero contarte un poco más sobre la botella con tu mensaje. Mejor dicho, te envío un diario donde está toda la ¨historia¨ que tu mensaje ha creado. Ha sido muy apasionante para mí, mis compañeros de la escuela, maestros y mi familia. En otra parte van traducciones del sueco al español. Si miras un mapa de Suecia, puede que encuentres Slöinge, un pueblito que está cerca de la costa de Kattegatt entre los puertos de Halmstad y Falkenberg. Un poquito al sur de Falkenberg, a unos 5 Km, hay una playa balneario que se llama Skrea. Allí se paseaba un día el rector de mi escuela cuando encontró tu botella con el mensaje.¨
¨Te prometo que llegaremos a ser muy amigas y algún día nos encontraremos para conocernos personalmente y verás de nuevo la botella que conservaré siempre porque me la han regalado.¨
Cuando decidí comenzar este artículo citando dos párrafos de la carta de Michelle a Carolina, lo hice pensando que así lograba darle un toque de realidad a una historia cuya veracidad han puesto en duda algunos lectores (incluyendo a mi hijo Arturo). Sin embargo, al releer estos párrafos salpicados de las palabras ¨que usó el áspero norte para cantar sus mares y sus espadas¨, ahora hasta a mí me parece inverosímil. A la carta de Michelle sólo le falta un ¨Once upon a time¨ (¨había una vez¨) para que parezca un cuento de Hans Christian Andersen. Pero es bien sabido que muchas veces la ¨naturaleza imita al arte¨ y los hechos reales resultan inverosímiles.
De regreso a Buenos Aires, decido dar una vuelta por la única dirección que tenemos de Carolina, pero cuya ubicación no es segura, ya que aparecen calles con ese nombre en más de un barrio de la capital argentina. Pero Luis (el padre de Michelle) que tiene décadas de investigación virtual, me refiere que el código postal corresponde a Belgrano, barrio de clase media alta y uno de los más tradicionales de la ciudad. Arturo me acompaña sin demasiado entusiasmo y me propone que nos quedemos en una estación del subte (metro) que él conoce en ese barrio, cerca de la escuela de cine de Eliseo Subiela. Al salir de la estación entramos a un locutorio (Centro de Internet) para confirmar la dirección exacta. Le preguntamos a un empleado por la ubicación de la calle y, agradable sorpresa, está a solo dos cuadras, muy cerca de la escuela de Subiela.

Luego de una breve pero angustiosa caminata, llegamos al número que buscábamos. Es una casa que parece de ladrillo y no aparenta la edad de 30 años. Bajo ese alegato, Arturo insiste en que ese no puede ser el edificio que buscamos. El encargado de un negocio cercano corrobora la hipótesis de mi hijo; según él, el edificio no pasa de 10 años.
Timbramos al encargado del edificio. Una voz malhumorada responde con brusquedad: ¨¿Los Cortés? En el 4to C.¨. Siento que el cerco se está cerrando. Me siento tan nervioso como como si se tratara de una investigación criminal.Una voz masculina responde. ¿Es esta la casa de Carolina Cortés? -alcanzo a preguntar- ¨Sí -responde la voz algo apagada - pero ella no se encuentra.¨ Ignora él que su negativa es una confirmación y pone fin a muchos años de búsqueda infructuosa. (Continuará) guerrero.simon@gmail.com simon.guerrero@hotmail.com



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