martes, 15 de febrero de 2011

Leyendo Versos de René Char en el Cementerio de los Reyes

Lucie lee poemas de René Char en el "Cimetière Des Rois"


Besançon, France. Es viernes 7 de julio. Se acerca el fin de la estadía en Francia. Tuve dos provechosas reuniones con los directores del Zoológico de la Citadelle y el domingo iré de nuevo a tomar fotos de las exhibiciones. Esa noche será el partido final de la Copa Mundial de Fútbol entre Italia y Francia, el cual es esperado por los franceses con angustioso optimismo. Ránger Guerrero, un amigo de toda la vida y de todos los ámbitos, me propone ir en auto a la ciudad suiza de Ginebra, a visitar la tumba de Jorge Luis Borges, el escritor argentino con quien tenemos una vieja deuda de felicidad. Salimos a las 10:00 de la mañana del sábado. Son más de tres horas de viaje. En el camino me entero que mi visa de la comunidad europea no me sirve en Suiza, que todavía no forma parte de la misma. Como vamos por una inmensa autopista y lo peor que puede pasar es que nos devuelvan, nos arriesgamos. Cruzamos la frontera sin inconvenientes. Los agentes suizos, víctimas de una ilusión fenotípica, no se percatan del contrabando caribeño que pasa inadvertido ante sus ojos. Al llegar al centro de la ciudad, comenzamos a indagar sobre la dirección del "Cimetière Des Rois" (Cementerio de los Reyes) donde está la tumba de Borges. Preguntamos a varias personas y ninguna parecía conocer la dirección, ni siquiera la existencia del lugar. De nada sirvió referirles que es un cementerio de personalidades famosas como Calvino y Jean Piaget. En Latinoamérica tendemos a sobrestimar el nivel cultural del europeo promedio, en la misma proporción en que subestimamos a los norteamericanos. Suponemos que todos los ingleses se saben de memoria a Shakespeare y que ningún alemán sale de su casa sin antes releer un capítulo de la "Crítica de la Razón Pura". Finalmente encontramos una oficina de turismo que nos entrega un mapa de la ciudad. Por suerte no es lejos: sólo hay que cruzar el río (el "incesante Ródano") por el puente del Mont-Blanc y caminar unas cuadras. El Ródano es un río vigoroso y limpio que en verano se llena de cisnes y de isletas rebosadas de flores. Me sorprende ver, entre "los cisnes unánimes", un Cairina moschata, el mismo que llamamos "pato criollo" en República Dominicana pero que es, en realidad, oriundo de Sudamérica. Luego de caminar unos 20 minutos a lo largo de la rivera izquierda del río, llegamos al Cementerio de los Reyes, uno de los más antiguos de Europa ( Siglo XV). Como en Suiza todo, hasta la muerte, está rigurosamente reglamentado, nos dan un brochure con un mapa del cementerio y una pequeña biografía de los personajes más famosos. ¡Es un lugar tan hermoso que dan ganas de morirse! "Emociona sin entristecer", decía Rodolphe Topffer, caricaturista ginebrino que lo visitaba con frecuencia hasta 1846, cuando fijó allí su mansión definitiva. Son las cuatro y media de la tarde. Creíamos estar solos hasta que descubrimos a una joven (Lucie, supimos luego que se llama) leyendo, recostada en el césped, un libro de poemas de René Char, poeta francés que fue miembro del movimiento surrealista y de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, y que al final de su vida se hizo ecologista y fue un crítico tenaz del proyecto nuclear francés. A los pocos minutos encontramos la tumba de Borges. Es la número 735. Una verdadera lápida, sobria y solemne, rodeada de árboles de aspecto centenario. Justo al lado está la del comediante François Simon, coronada por el molde de sus manos, entre las cuales, según una leyenda, un desconocido misterioso deposita incansablemente una flor. (Continuará) simonsurinyach@gmail.com guerrero.simon@gmail.com


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