sábado, 12 de enero de 2008

Los Intelectuales y el Poder. Segunda Parte

La Intelectual. Fotografía de Jovi Rhein
Quería hacerle una pregunta a José Antinoe Fiallo a propósito de su intervención pues cita como la elaboración de un fallo democrático a los partidos y organizaciones que eran explícitamente partidarios de una dictadura, de la dictadura del proletariado, por ejemplo, y al mismo tiempo elogia el surgimiento en las organizaciones de las democracias capitalistas, de las organizaciones populares independientes del poder político y de las instituciones convencionales, una especie de autogobierno. Por otro lado también plantea que es ingenuo un ensayo democrático apoyado en el eje del imperialismo. Me gustaría algo un poco más claro. Quisiera saber si ese ensayo democrático debe partir del eje de la revolución cubana y si lo que se propugna son organizaciones populares independientes, un poder popular que finalmente asalte el poder político o sencillamente que quede abajo gobernando o gobernando con el poder político; y, finalmente, si ese tipo de actividad que él elogia tanto en estas sociedades sería posible en regímenes como el de Cuba.

Hago esta pregunta porque resulta impresionante la agudeza crítica de los intelectuales de izquierda cuando se trata de enjuiciar las instituciones en las democracias capitalistas, y la cándida ingenuidad que muestran al analizar la misma situación en los regímenes en los cuales imperan “dictaduras del proletariado”. Paradójicamente, los “intelectuales de izquierda”, con esta dualidad ética que los induce a la crítica incisiva y sistemática, han contribuido al mejoramiento de las democracias capitalistas. Es una lástima que los regímenes socialistas no hayan podido beneficiarse de esta práctica, pues este tipo de intelectual es producido en esos países únicamente para fines de exportación, ya que el consumo interno está prohibido.
Karl Popper, “Las Sociedades abiertas y sus enemigos”, que es la crítica más contundente a las ideas político-filosóficas de Marx y que no han leído millones de marxistas en todo el mundo, plantea la imposibilidad de verificar las hipótesis de Marx, ya que las mismas están formuladas en términos tales que no es ni siquiera imaginable un hecho que las refute. Son hipótesis “capicúas” cuya predicción se confirma siempre, ocurran o no los hechos que predicen. Popper vivió lo suficiente para presenciar el desplome pacífico de la URSS y constatar que para millones de partidarios del socialismo ese hecho contundente no probaba el fracaso del sistema. “Fue el estalinismo, no el socialismo el que fracasó” –afirman los Trotskistas. “El entierro del socialismo es un entierro sin muerto” -claman los estalinistas –“Lo que fracasó fue el revisionismo por apartarse de los lineamientos de Stalin”. Curiosamente, el camarada Stalin parece ser, para bien o para mal, la única causa eficiente explicativa del descalabro socialista.

Algo similar sucede cuando se presentan pruebas del fracaso de las políticas neoliberales. La inflación de varios dígitos, el desempleo, la devaluación de la moneda y la caída del Producto Interno Bruto son datos confirmatorios del fracaso rotundo de las políticas neoliberales en la Argentina. Parecería sensato suponer que en aquellos países en que estos factores son de signo contrario, habría que aceptar el éxito de esas políticas. Nada más ajeno a la forma de pensar de los hipercríticos de izquierda. . El hecho de que en países donde se aplicaron políticas mucho más neoliberales (Chile, por ejemplo) la inflación y el desempleo sean bajos, la moneda fuerte y el PIB alto, no prueba el éxito de estas políticas. Se arguye entonces, recurriendo a hipótesis ad hoc, hipótesis alternativas, que en ese país las políticas neoliberales fracasaron porque han ensanchado la brecha entre ricos y pobres. La hipótesis que predice el fracaso de las políticas neoliberales se cumple de todos modos aunque los indicadores económicos que confirmaban ese fracaso en un caso estén ausentes en el otro. Una deliciosa variante del síndrome de la gatita Flora: palo si boga, palo si no boga.

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