sábado, 12 de enero de 2008

De cómo una botella mensajera viajó de Inglaterra a Pedernales


“Me llamo Carolina Susana Cortés. Soy argentina, tengo 16 años de edad, vivo en Buenos Aires, estoy viajando a bordo del buque argentino “Lago Lacar”, perteneciente a la empresa “Elma”. Es el mes de julio del año 1985. Mi papá es comisario del buque. Quisiera intercambiar “postales” y material sobre la naturaleza, especialmente sobre las aves, con chicos del país a donde llegue esta botella mensajera. Mi dirección es: … Muchas gracias y felicidades.Firma: Carolina S. Cortés.”

Con la confesa intención de escapar de nuestra frustrante realidad, les contaré esta historia real, pero sacada de las “Mil y una noches”, ese delicioso y casi inagotable libro de cuentos árabes. El primer párrafo de este artículo es una transcripción textual del mensaje que apareció dentro de una botella hallada en las costas de Pedernales en la primavera del 1986.
El hallazgo de esta botella fue realmente milagroso. En primer lugar, en la playa donde fue encontrada, en las proximidades de Oviedo, Provincia de Pedernales, se acumulan toneladas de basura de todo tipo que arrastran las corrientes marinas, razón por la cual, encontrar una botella es más difícil que encontrar una aguja en un berenjenal.

Otra maravilla de la suerte fue que la encontrara Blanco Turbí, un legendario guardaparque del “Parque Nacional Jaragua”, en una playa frecuentada por cientos de personas. Blanco informó de su hallazgo al Departamento de Vida Silvestre, que se encargó de difundir la simpática noticia. Trabajaba yo en ese entonces en el Museo Nacional de Historia Natural. Le escribí una carta y le mandé un libro sobre aves de la RD a Carolina y en julio de ese año (1986) recibí su respuesta, acompañada de un mapa donde narraba la historia de como vino a parar al Caribe una botella lanzada en el Atlántico Norte, más arriba de Inglaterra. Dejemos que Carolina nos lo cuente.

“Estoy muy contenta de haber recibido tu carta, sobre todo porque te apasiona como a mí la naturaleza y, además, la botella llegó a tu país el día en que cumplí 16 años. Voy a explicarte la historia de mis botellas mensajeras: Mi papá es comisario de E.LM.A. (Empresas Líneas Marítimas Argentinas), la cual le permite que viaje gratis un familiar por año. Hice dos viajes (en los cuales tiré botellas) en 1980 y 1986. En 1985 le pedí a mi padre que tirara unas 20 botellas. Fue una de esas 20 la que llegó a RD, tal vez arrastrada por la corriente de las Canarias. He recibido 260 cartas de los siguientes países: Uruguay, Brasil, Guyana, Cuba, Bahamas, España, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Noruega y Suecia. La tuya es la primera de la RD.

“Te cuento algo de mí: soy ornitóloga y socia de la Asociación Ornitológica del Plata, que se dedica al estudio y conservación de las aves de Argentina y países vecinos. Soy también socia de la Fundación Vida Silvestre Argentina, cuyo lema es: “a favor de toda la vida”. “Te agradezco muchísimo los libros que me enviaste. Te adjunto folletos y dos mapas. Será hasta pronto. Muchos saludos de tu nueva amiga, Carolina.”

Cuando le envié esa carta a Carolina, en Julio de 1986, le comenté que su botella (Otra curiosa coincidencia) desembarcó en una de las zonas más hermosa y de mayor biodiversidad de nuestra isla. Le hablé de Bahía de las Águilas y de la singularidad de sus ecosistemas.

Si vuelvo a comunicarme con ella, no sé si me atreva a decirle que esos hermosos escenarios naturales viven en permanente amenaza, y que si no han desaparecido es gracias a los esfuerzos de la gente buena y sensata que todavía nos queda, y a que la codicia de los depredadores insaciables de siempre es tan grande, que no logran ponerse de acuerdo sobre la forma más conveniente de destruirlos.

5 comentarios:

Jorge de Monterrey dijo...

En el verano del año 1983, viajando en el ferry de Cadiz a las Palmas, lancé al mar seis botellas mensajeras. De una de ellas obtuve respuesta: Al año de lanzarlas un abogado que veraneaba en las costas de Miami la encontró. De las restantes cinco botellas no sé nada.
Por ahí andarán o navegarán.

Pilot dijo...

Que extraña y feliz coincidencia! Hace un par de días escribí un mail a mi sobrina Claudia en Chile tratando de reeditar la linda historia que mi hija Michelle vivíó cuando ella y Carolina Susana tenían 10 años de edad.Ello ocurrió durante la "primera sesión" de lanzamientos de botellas mensajeras. Sería largo contar aquí los detalles de esa aventura, igual y apasionante como todas las que Carolina Susana a creado con sus mensajes marítimos. Algo puedo adelantar aquí para los lectores, en especial para Carolina Susana y Simón (Lector Rumiante) transcribiendo el mail a mi sobrina (lo hago en parcialidades por el tamaño):

Querida Claudita!
"Es una aventura de amistad y, al mismo tiempo, una aventura científica", afirmaba el suplemento dominical de El Mercurio Pocas Pecas en su edición nr.191, 8 mayo 1982. Es cierto y así fué; la historia se empezó a escribir probablemente a partir de ese número, es tarea tuya investigarlo en terreno. Para mí ha sido muy satisfactorio ahora, 30 años después, "desempolvar" archivos relacionados con esa insólita experiencia protagonizada por dos niñas de 10 años de edad y una de 15. Felizmente, gracias a mi conservantismo (no políticamente por cierto!) puedo parcialmente echar mano a la memoria impresa.

Pilot dijo...

(continuación)...


"Lamento no poder reproducir todo el material como quisiera. Mi scanner no cubre las páginas completas por cuanto su tamaño es el común o convencional de los diarios; por eso trato de fotografiarlo. La fecha actual en las fotos es algo que no debiera estar pero se puede eliminar retocándolas. Suponemos o damos por sentado que hay más material allá, lo importante es que ya manejamos algunas fechas para investigar en Chile y Argentina.
De esto no tenía memoria! Al hurgar y reflotar todo constato y me sorprendo que, aparte de Carolina Susana desde Argentina, también hubo fluida correspondencia entre Michelle y Cecilia Eyzaguirre, a la sazón directora de esa revista (poco después de esta aventura Pocas Pecas dejó de existir). Encontré algunas cartas y, porque creo que no accederás a sus copias en Chile, te las ajunto aquí. Seguramente vas a tener dificultades para leer lo escaneado o fotografiado de los ejemplares de Pocas Pecas; confío que obtendrás mejor resultado si accedes a una buena fuente o archivos, como es la Biblioteca Nacional o El Mercurio mismo; también Cecilia misma es una buena chance. Entre la variada correspondencia encontramos también una carta tuya a Michelle, posteada del puño y letra de tu padre (su estilo caligráfico es inconfundible).
Veremos qué o cuánto lograrás resucitar de esta aventura. Como "guinda en la torta", te incluyo también, imágenes del histórico mensaje dentro de la botella, la que nunca ha sido destapada porque nunca ha habido ni habrá motivo para hacerlo! Abrigo el deseo de que esta experiencia mis nietos Theodor y Emilia, hijos de Michelle, puedan participarla a la(s) siguiente(s) generación(es)."
(fin del mail a Claudia)

Saludos!

Luis Galvez, Suecia

Pilot dijo...

"como todas las que Carolina Susana a creado con sus mensajes marítimos."

Corrijo el error ortográfico. Debe decir: HA creado

Pilot dijo...

(continuación)...


"Lamento no poder reproducir todo el material como quisiera. Mi scanner no cubre las páginas completas por cuanto su tamaño es el común o convencional de los diarios; por eso trato de fotografiarlo. La fecha actual en las fotos es algo que no debiera estar pero se puede eliminar retocándolas. Suponemos o damos por sentado que hay más material allá, lo importante es que ya manejamos algunas fechas para investigar en Chile y Argentina.
De esto no tenía memoria! Al hurgar y reflotar todo constato y me sorprendo que, aparte de Carolina Susana desde Argentina, también hubo fluida correspondencia entre Michelle y Cecilia Eyzaguirre, a la sazón directora de esa revista (poco después de esta aventura Pocas Pecas dejó de existir). Encontré algunas cartas y, porque creo que no accederás a sus copias en Chile, te las ajunto aquí. Seguramente vas a tener dificultades para leer lo escaneado o fotografiado de los ejemplares de Pocas Pecas; confío que obtendrás mejor resultado si accedes a una buena fuente o archivos, como es la Biblioteca Nacional o El Mercurio mismo; también Cecilia misma es una buena chance. Entre la variada correspondencia encontramos también una carta tuya a Michelle, posteada del puño y letra de tu padre (su estilo caligráfico es inconfundible).
Veremos qué o cuánto lograrás resucitar de esta aventura. Como "guinda en la torta", te incluyo también, imágenes del histórico mensaje dentro de la botella, la que nunca ha sido destapada porque nunca ha habido ni habrá motivo para hacerlo! Abrigo el deseo de que esta experiencia mis nietos Theodor y Emilia, hijos de Michelle, puedan participarla a la(s) siguiente(s) generación(es)."
(fin del mail a Claudia)

Saludos!

Luis Galvez, Suecia